El Circo de las Pesadillas
Foto: diario.mx |
Debo confesar
que no soy muy fan de las casas del terror. Hay una especie de miedo tangible y
visceral que lo hace sentir muy real, como caminar por un barrio peligroso de noche.
Desde que entré a la carpa del Circo de las Pesadillas sentí eso. Este espectáculo,
organizado por el circo Solary, es una mezcla de casa del terror, teatro y
(principalmente) circo. Me llevé una grata sorpresa por la calidad del
espectáculo, pero, aunque no arruinaría mi experiencia general, encontré
también problemático su uso de estereotipos anticuados sobre los hombres gays y
personas transexuales, cuyo único fin es propiciar un humor fácil y anticuado.
El gran
acierto del circo y lo más novedoso del espectáculo es su ambientación: una
especie de collage de personajes e imágenes inspirados principalmente en el
cine de horror. El feeling de casa del terror se mantiene presente durante todo
el espectáculo con el uso de efectos de sonido adecuados, música tenebrosa e iluminación
selectiva. Los actores se esmeran en interactuar con el público y a veces
provocan sustos por su imprevisibilidad (sobre todo el payaso perturbador,
claramente inspirado en Eso de Stephen King). En dos ocasiones algunos
asistentes de las gradas bajan a la pista a participar en dinámicas divertidas.
Los acróbatas están muy bien caracterizados, tétricamente maquillados o
disfrazados, sin romper personaje en ningún momento, lo cual le da más credibilidad.
En cuanto
al espectáculo circense, se nota una pasión y dedicación a su arte. Los circos
han demostrado últimamente que no necesitan animales para brindar un show
cautivador, y Solary lo ejemplifica con este show. Ver la figura humana bailar,
contorsionarse, volar o hacer acrobacias peligrosas es hipnotizante y muy
satisfactorio, sobre todo con el twist macabro.
El show busca tener una narrativa sencilla como justificación
para lo que ocurre sobre la pista. La historia no es simple y nada
impresionante, pero los personajes le inyectan un carisma necesario para que
resulte entretenido. La protagonista es una niña llamada Isabela, que después
de dormirse queda atrapada en un mundo de pesadillas del cual intenta escapar.
A lo largo del camino se encuentra con otros personajes que la ayudarán o
engañarán para que no logre su objetivo. Es aquí donde quiero enfocar y analizar
a fondo a uno de ellos: el maestro de ceremonias llamado Ónix.
A la izquierda: Ónix. A la derecha: Un personaje clásico de terror del Onyx Tour de Britney Spears Fotos: www.elsiglodetorreon.com.mx / Getty Images |
Ónix se nos presenta como una especie de drag queen de circo; su maquillaje, y lenguaje corporal “afeminado” dejan esto muy claro. Su personalidad es extrovertida, ocurrente y arrogante; varias veces se expresa con groserías, hace insinuaciones sobre la orientación sexual de los asistentes hombres e incluso hizo una referencia a un antro gay de Monterrey llamado La Colorina. Todo esto no es necesariamente “malo” per se, pero es el contexto donde ocurre lo cual me parece problemático.
Al principio de la historia Ónix explica a Isabela que el mundo de las pesadillas es un lugar donde todo lo que ella imagine se distorsiona y corrompe. Consciente o inconscientemente, el público asume que Ónix también es una distorsión de un hombre, una figura anormal contextualmente agrupada con los otros “engendros”, el término que usan en la obra para describir a la variedad de personajes de terror como hombres lobo, muñecos poseídos, zombis y demás.
Las constantes referencias e insinuaciones sexuales, dentro del contexto de un espectáculo familiar, también desconciertan un poco y promueven el estereotipo de que los hombres gays son hipersexuales. Esto es sumamente obvio durante una parte del show donde simula besarse con otro personaje, un zombi mudo sospechosamente parecido a Beetlejuice llamado Wenseslao. Al estar teniendo una discusión, se detienen para besarse repentinamente, con una canción romántica de fondo. Abruptamente se separan y… ese es el chiste. La gente ríe porque aparentemente el hecho de que dos hombres se besen es gracioso.
Ónix es uno de los personajes “buenos” dentro de la historia y el actor que lo interpreta tiene mucho carisma y buen timing humorístico, lo cual me hace pensar si era realmente necesario recurrir a esos clichés sobre gays. Ocasionalmente este tipo de humor puede ser inofensivo, sobre todo si se contextualiza apropiadamente (como en un show travesti), pero en un espectáculo familiar se puede malinterpretar como una forma más de reforzar un estereotipo negativo, perpetuando estigmas y prejuicios sobre la comunidad gay. ¿Los padres se molestarán en explicar a sus hijos sobre la diversidad sexual y de género y como no deben tomar los estereotipos como verdades absolutas? ¿Los adultos mexicanos promedio tendrán el criterio de discernir entre el cliché y cómo es la gente en la vida real? ¿Realmente a alguien le importa?
El Circo de las Pesadillas es un claro ejemplo de cómo los animales exóticos no son necesarios para crear un espectáculo divertido y satisfactorio. La creatividad y pasión de los acróbatas y artistas se siente en el ambiente y contribuyen a crear una experiencia inmersiva, difícil de encontrar en la ciudad. El humor basado en clichés resulta superficial y fácilmente podría reescribirse para no recurrir a estereotipos anticuados, sin perder su chiste ni impacto. Esperemos que poco a poco superemos este humor a expensas de minorías. Finalmente si el circo pudo adaptarse a los nuevos tiempos, igualmente el humor puede hacerlo.
Al principio de la historia Ónix explica a Isabela que el mundo de las pesadillas es un lugar donde todo lo que ella imagine se distorsiona y corrompe. Consciente o inconscientemente, el público asume que Ónix también es una distorsión de un hombre, una figura anormal contextualmente agrupada con los otros “engendros”, el término que usan en la obra para describir a la variedad de personajes de terror como hombres lobo, muñecos poseídos, zombis y demás.
Las constantes referencias e insinuaciones sexuales, dentro del contexto de un espectáculo familiar, también desconciertan un poco y promueven el estereotipo de que los hombres gays son hipersexuales. Esto es sumamente obvio durante una parte del show donde simula besarse con otro personaje, un zombi mudo sospechosamente parecido a Beetlejuice llamado Wenseslao. Al estar teniendo una discusión, se detienen para besarse repentinamente, con una canción romántica de fondo. Abruptamente se separan y… ese es el chiste. La gente ríe porque aparentemente el hecho de que dos hombres se besen es gracioso.
Ónix es uno de los personajes “buenos” dentro de la historia y el actor que lo interpreta tiene mucho carisma y buen timing humorístico, lo cual me hace pensar si era realmente necesario recurrir a esos clichés sobre gays. Ocasionalmente este tipo de humor puede ser inofensivo, sobre todo si se contextualiza apropiadamente (como en un show travesti), pero en un espectáculo familiar se puede malinterpretar como una forma más de reforzar un estereotipo negativo, perpetuando estigmas y prejuicios sobre la comunidad gay. ¿Los padres se molestarán en explicar a sus hijos sobre la diversidad sexual y de género y como no deben tomar los estereotipos como verdades absolutas? ¿Los adultos mexicanos promedio tendrán el criterio de discernir entre el cliché y cómo es la gente en la vida real? ¿Realmente a alguien le importa?
Foto: circodelmiedo.com |
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