La casa de las flores: novedad y decadencia
Ver la recién concluida serie La casa de las flores es como comer Doritos Rainbows, es ingerir comida chatarra de colores arcoíris envuelta en un empaque pro LGBT+. Su variedad personajes y temas queer, entendiéndolo como lo referente a la diversidad sexual y de género, son un hito en la televisión mainstream producida en México e indudablemente esto tiene su mérito, pero las deficiencias en guion, construcción de personajes y falta profundidad temática hacen de esta una producción muy superficial como obra completa. A continuación expresaré mis impresiones generales de la serie, especialmente sobre su manejo de lo queer y los personajes de María José, Julián y Diego.
La casa de las flores, descripción gráfica |
PRIMERA TEMPORADA: TELENOVELA CON JOTERÍA FRESCA
Si hay algo que se le debe reconocer a la serie de Manolo Caro es su estilo camp bien definido y logrado. Dicho en términos simples, el camp es la jotería de la serie, sin entender esto como algo negativo o despectivo; es la estética y sensibilidad propia de la cultura LGBT+ en México. La serie aprovecha al máximo un repertorio de influencias como las telenovelas mexicanas de antaño, música pop en español, la estética de Pedro Almodóvar, la provocación y erotización del cuerpo masculino a la Ryan Murphy y la comedia vulgar mexicana, para consolidar su producto como una “telenovela millenial”.
La premisa de la serie es muy efectiva: tras el suicidio de la amante de Ernesto De la Mora, su familia debe mantenerse unida para sacar al patriarca de la cárcel y mantener a flote los negocios familiares, mientras los secretos que han guardado a través del tiempo salen a relucir. Las historias de familias disfuncionales de clase alta que se desviven por aparentar ser perfectas son ya un cliché de la televisión y cine mexicano, pero la diferencia radica en que La casa de las flores se regocija en las libertades que le permite Netflix para ser más irreverente y arriesgada, valiéndose de sátira, humor negro, desnudos, groserías y apertura de temas queer, que mezclados con giros de trama escandalosos propios de una telenovela crearon una divertida, morbosa y fácilmente digerible primera temporada.
La premisa de la serie es muy efectiva: tras el suicidio de la amante de Ernesto De la Mora, su familia debe mantenerse unida para sacar al patriarca de la cárcel y mantener a flote los negocios familiares, mientras los secretos que han guardado a través del tiempo salen a relucir. Las historias de familias disfuncionales de clase alta que se desviven por aparentar ser perfectas son ya un cliché de la televisión y cine mexicano, pero la diferencia radica en que La casa de las flores se regocija en las libertades que le permite Netflix para ser más irreverente y arriesgada, valiéndose de sátira, humor negro, desnudos, groserías y apertura de temas queer, que mezclados con giros de trama escandalosos propios de una telenovela crearon una divertida, morbosa y fácilmente digerible primera temporada.
|
Si hubo un personaje sobresaliente en la primera temporada, que no fuera por su factor “memeable”, sería María José (interpretada por Paco León), una mujer trans que es abogada y cuyo papel en la historia salía de los estereotipos al no girar en torno a su transición, las dudas sobre identidad de género o la violencia que recibía. De entrada, ella ya se presentaba con naturalidad y dignidad para poder participar en la historia ayudando a sacar a Ernesto de la cárcel y lidiando con el reencuentro sentimental con su ex-esposa Paulina y Bruno, el hijo que procrearon.
A través de flashbacks obtenemos un vistazo al difícil momento en el que la pareja se separa, pero en el presente María José y Paulina se muestran más maduras, se perdonan mutuamente y reavivan su relación. En el último capítulo la familia decide mudarse a España para alejarse de los problemas y empezar de nuevo los tres juntos. A mí parecer, este personaje fue un gran acierto y un indicio de que la serie podría ir a lugares interesantes.
A través de flashbacks obtenemos un vistazo al difícil momento en el que la pareja se separa, pero en el presente María José y Paulina se muestran más maduras, se perdonan mutuamente y reavivan su relación. En el último capítulo la familia decide mudarse a España para alejarse de los problemas y empezar de nuevo los tres juntos. A mí parecer, este personaje fue un gran acierto y un indicio de que la serie podría ir a lugares interesantes.
|
SEGUNDA TEMPORADA: "FANSERVICE" Y PERSONAJES SIN RUMBO
A partir de la segunda temporada, la serie se convierte en una caricatura. La trama, en vez de estar sustentada en lógica del mundo real, prefiere generar y solucionar artificialmente los problemas. Un claro ejemplo de esto es que en los primeros capítulos, la familia debe idear un plan para recuperar el cabaret perdido, pero eventualmente Diego lo recupera tras apostar con el nuevo dueño en un evento que ni siquiera es mostrado en pantalla, solo se menciona y debemos aceptarlo sin pensar. Los personajes y su contexto mudan poco a poco a una hiperrealidad, anteriormente reservada para números musicales, donde todo puede ocurrir y nada debe tomarse en serio. Las tramas de la secta y el concurso de talento son tan absurdas y de un humor tan infantil que dan pena ajena y no vale la pena mencionarlas de nuevo.
Ya nada importa o debe tomarse en serio después de esta escena. |
Aquello que funcionó con las audiencias en redes sociales se subió de nivel. Si Paulina de la Mora hablaba graciosamente, ahora su “acento” será más marcado; si “salúdame al Cacas” dio risa, usaremos a este personaje para que mencionen su apodo regularmente; si les gustó el soundtrack, ahora habrá más momentos musicales. Esto es fanservice: complacer a las audiencias de manera superficial. Puede ser gracioso de vez en cuando y hasta disfrutable, pero en este caso solo es maquillaje para cubrir defectos.
Afortunadamente para María José, su personaje sale bien librado en esta temporada. A su regreso a México tiene una breve pero valiosa interacción con las imitadoras drag del cabaret, ayudando a “Gloria Trevi” a cambiar sus documentos de identidad. Es una situación un poco melosa tal vez, pero me parece que se representó con buenas y honestas intenciones. El mayor problema para la abogada es la extraña e incómoda relación con su hermana Purificación, cuyos motivos se mantienen en misterio por el momento y serán revelados hasta la tercera temporada.
Creo que aquí debía decir “nosotras”. |
Otro pequeño acierto de estos episodios es cuando Paulina busca a las imitadoras para reincorporarlas al cabaret. Brevemente les observamos en sus contextos sociales fuera de personaje, un toque necesario para humanizar y darle más profundidad a estos personajes, que lamentablemente no volverán a tener después.
En cuanto a Julián, su ex-novia lo sorprende con un embarazo que pretende adjudicarle, pero luego se descubre que no es de él. Por algunos capítulos el hijo menor De la Mora recapacita sobre su vida y quiere superarse, pero al carecer de habilidades o intereses más que el sexo, se convierte temporalmente en escort. Esto se presenta de manera chusca y sin consecuencias de ningún tipo, por lo que a la larga es intrascendente. Su momento para ser útil es cuando sugiere incorporar strippers masculinos al cabaret.
Por otro lado, Diego se reencuentra con Julián para aclarar que él no ha robado el dinero de la familia y retoman su relación, hasta llegar a convivir brevemente con la bebé y sentirse como padres por un momento. Debemos creer que esto activa los instintos paternales de ambos y deciden que quieren tener un hijo biológico juntos. ¿Será esto una decisión correcta? ¿Es sensato fomentar este deseo de Julián dada su inmadurez e inestabilidad económica y emocional? A la serie no le incumbe cuestionarse esto y Diego coge en secreto con su cuñada Elena para embarazarla (con su consentimiento) y hacerle el favor a la pareja. Ah, y también él es encarcelado, pero no importa porque sale libre casi inmediatamente.
Heteronormatividad |
Al menos solo queda una temporada más, esto no se puede poner peor, ¿cierto?
Es gracioso porque es una referencia. |
Lo único que salva este bodrio de ser un completo desastre es una serie de flashbacks sobre la juventud de Virginia de la Mora. Ya que Verónica Castro nunca regresará a la serie, los guionistas insertan una historia que ocurre en los años 70s para explorar el backstory de su personaje. Viéndolo de manera independiente, estos flashbacks me parecen bien logrados, con buena ambientación y ofreciendo un vistazo (un poco forzado tal vez) a la cultura queer y homofobia de la época. Las versiones jóvenes de los personajes son muy convincentes y colorean mejor su psicología en el presente.
Un nuevo personaje introducido en el pasado es Pato (Christian Chávez), un chico gay del círculo social de Virginia. Aunque nunca habíamos escuchado sobre él anteriormente, resulta que ha jugado un papel muy importante en la vida de la familia De la Mora. Es el verdadero padre de Paulina, descubrió el secreto de la muerte del padre de Virginia, introdujo a todos en el movimiento LGBT+ de la época e incluso debemos asumir que gracias a él Ernesto adquirió un gusto por el drag que lo lleva a manejar un cabaret en su adultez. Para sustentar todo este peso en la historia, se le da mucho tiempo en pantalla a Pato (para desfortuna de otros personajes principales), lo cual no necesariamente es un error. Su trágica historia de amor, aunque puede ser predecible, está decentemente desarrollada y con un muy gráfico crimen de odio nos recuerda que antes las cosas eran peores para los gays.
Crítica social |
Todo lo que ocurre en flashbacks parece más bien un spinoff porque, aparte del cambio brusco de tono, los eventos del pasado tienen poca repercusión tangible en el presente, probablemente porque los dos personajes que reciben mayor atención, Virginia y Pato, ya están muertos. De haber ocurrido en la primera temporada o en una película, esto pudo haberse sentido más sólido. Los paralelismos entre el pasado y el presente son a lo mucho superficiales. La motivación de la abuela, una nueva villana de la temporada, no adquiere alguna nueva dimensión y el esclarecimiento del crimen de odio hacia Pato tampoco importa; el hecho de que Paulina descubra la verdad sobre su padre podría no haberse incluido y no cambiaría nada de la conclusión de su personaje.
Cualquier oportunidad es buena para hacer un montaje de transformación drag. |
Violencia infantil-trans como chiste |
Al principio de la temporada y de nuevo en el último capítulo, María José saca a Paulina de la cárcel mediante corrupción. En México todo se puede con dinero, es lo que nos dicen en un principio de manera factual, no como algo negativo. Entonces no debemos cuestionarnos el actuar de la abogada, simplemente estar satisfechos con su tenacidad para salvar a su prometida. María José y Paulina se casan en el final de la serie y gracias a la química de los actores podemos sentirnos felices por la pareja e ignorar el viaje sin sentido por el que atravesaron en los últimos capítulos resolviendo el misterio de Pato. Una boda entre una mujer trans y una mujer cis sí es algo nunca antes visto en series mexicanas, pero es una lástima que ocurre entre un mar de sinstentidos, como el de que su hijo tuvo una fugaz carrera en un grupo musical sin la supervisión de sus madres.
Sobre Purificación, María José se muestra muy compasiva con ella ya que, nos enteramos, padece una enfermedad mental no especificada. Estas interacciones más que interesantes son desesperantes, ya que “Puri” es una villana unidimensional sin una sola cualidad. La dinámica entre hermanas es hueca y tediosa a pesar del esfuerzo actoral de Paco León por parecer que le importa. Creo que intentaban emular a una villana despiadada de telenovela, pero su poco desarrollo e involucramiento con otros miembros de la familia De la Mora hace que su presencia se sienta como una molestia, que se resuelve anticlimáticamente con un fantasma.
Probablemente la peor trama de toda la serie es la de Diego ingresando voluntariamente a terapia de conversión porque está urgido por procrear y no puede esperar a que Elena se recupere del coma. Tras reencontrarse con sus padres para darles la noticia de que tendrán un nieto, ellos lo siguen rechazando por su sexualidad, por lo que Diego toma la decisión más lógica y madura, ingresar a un programa de varios meses que su primo asegura puede cambiar su sexualidad y con esto poder tener una familia “normal” con una mujer. Esto suena tan absurdo e inverosímil para el personaje que tengo la teoría que era una parte de la historia de Pato en los flashbacks, pero por alguna razón se lo adjudicaron a Diego.
Una persona que dice eso jamás iría a una terapia de conversión. |
El manejo de la situación es tan pobre y desafortunado que trivializa un fenómeno que sigue existiendo en nuestro país y causa graves y duraderos daños psicológicos a quien lo vive. Abordar un tema tan delicado requiere un compromiso y responsabilidad que simplemente no tienen los guionistas de esta serie. Dos episodios seguidos terminan con él recibiendo electroshocks (¿realmente se siguen utilizando hoy en día?) y en su estadía tiene una cita con una mujer mientras es observado por un grupo de personas detrás de un espejo de doble vista.
La manera lógica de lograrlo |
Finalmente es Elena embarazada, acompañada de Julián, quien convence a los padres de Diego que lo saquen de ese lugar. La pareja de hombres declara que su amor es más fuerte que antes y Elena queda tan conmovida que quiere compartir la crianza del bebé con ellos, y con un repartidor de Rappi (digo, Rabbit) que acaba de conocer. Diego llora en su bañera en una escena que dura unos segundos y luego todo se olvida cuando nace el bebé. Todos serán muy felices.
TODO SE MARCHITA
Ignoro qué tanto del bajón de calidad de la segunda y tercera temporada se deba a la salida de Verónica Castro y los ajustes que se hayan tenido que hacer al guion, pero el producto final es el que habla por sí mismo. La casa de las flores llenó un vacío que existía en las producciones mexicanas, aportando una estética, humor y temas frescos para el público nacional, pero ser el primero en algo no debe automáticamente considerarse como de buena calidad.
Un fantasma salva el día. ¡Viva México! |
Comentarios
Publicar un comentario